
El mindfulness se ha hecho muy popular en los últimos años en Occidente, especialmente en el ámbito del bienestar, la psicología y la medicina. Pero sus raíces son mucho más antiguas. En este artículo vamos a explorar de dónde viene el mindfulness, cómo surgió, cuál es su base en las tradiciones orientales y cómo se ha integrado en los contextos científicos y terapéuticos modernos.
Las raíces del mindfulness en Oriente
El mindfulness, o atención plena, tiene sus orígenes en las tradiciones contemplativas del Este, especialmente en el budismo y es una parte fundamental del Noble Óctuple Sendero.
Resulta importante señalar que los pilares sobre los que se asienta la historia del Mindfulness se llama meditación vipassana, una práctica que forma parte de los rituales religiosos de muchas zonas de Asia incluidas o cercanas a India, y que a su vez tiene que ver con una doctrina filosófica más amplia que tiene que ver con la meditación en general
Se podría decir mucho acerca de la tradición de la meditación Vipassana en Asia, pero lo principal es comprender que se trata de un fenómeno iniciado con el budismo hace aproximadamente unos 3.500 años. La raíz filosófica de lo que un día llegaría a ser el Mindfulness se conocía en el mundo del budismo como sati, uno de los principales factores en la senda de la iluminación y de la liberación según las ideas de Buda Gautama. De hecho, sati puede ser traducido como conciencia plena; o, en inglés, “mindfulness”.
El choque de culturas: Occidente entra en juego
Pero el Mindfulness propiamente dicho, a diferencia de la meditación Vipassana de la que parte, es un producto de la mezcla de culturas de Occidente y las regiones del extremo Oriente en las que el budismo ha tenido arraigo.
En un principio, esta toma de contacto entre diferentes tipos de sociedades vino por medio de la colonización británica de la India, a finales del siglo XIX. A pesar de que los intereses de este imperio europeo eran básicamente económicos y militares, esta invasión también tuvo implicaciones científicas e intelectuales. Los británicos que se asentaron en estas tierras se sorprendieron con muchas de las cosas de las que vieron allí, entre ellas la calma y la filosofía de vida de quienes habían dedicado tiempo y esfuerzos a practicar ciertos tipos de meditación. Esto motivó una serie de investigaciones que se fueron desarrollando a lo largo del siglo XX.
Este tipo de estudios recibieron nuevas oleadas de interés por parte de los académicos e investigadores europeos a partir del descubrimiento, en paralelo, de muchos otros fenómenos ajenos a la cultura europea que fascinaron a autores y científicos de todo tipo, desde pensadores como Carl Jung hasta antropólogos que se propusieron conocer más acerca de esa región del mundo, hasta no hace tanto relativamente aislada del resto. A medida que la globalización iba intensificando sus efectos, también lo hacían los intercambios culturales.
Uno de los puntos de inflexión en el desarrollo de la historia del Mindfulness puede ser encontrado en las investigaciones llevadas a cabo por Jon Kabat-Zinn.
Este médico estadounidense es famoso por haber propuesto, desde la década de los años 70, un uso de la atención plena en el ámbito clínico, como una herramienta que permita llegar a objetivos terapéuticos. Desde ese proyecto inició lo que se conoce como Reducción del Estrés Basada en Atención Plena, o Mindfulness-Based Stress Reduction (MBSR) con el objetivo de tomar los elementos terapéuticamente útiles de la meditación, investigarlos y potenciarlos en el ámbito de la ciencia aplicada, una vez separados de su papel en el budismo.
El mindfulness no es una religión
Aunque nace en contextos espirituales, la esencia del mindfulness no es religiosa. Es una práctica de observación de la experiencia, momento a momento, sin juzgar. Por eso ha sido posible extraer su núcleo y adaptarlo a contextos laicos, como la salud, la educación o el trabajo.
De la tradición a la ciencia
El trabajo de Kabat-Zinn y muchos otros abrió el camino para que el mindfulness fuera objeto de numerosos estudios científicos. A lo largo de las últimas décadas, se ha demostrado su efectividad en la reducción del estrés, la ansiedad, el dolor crónico y muchos otros aspectos del bienestar mental y físico.
El mindfulness es un puente vivo entre la sabiduría antigua y la ciencia moderna. Aunque sus raíces están en el Este, hoy forma parte de nuestra vida cotidiana en el Oeste. Y lo mejor es que no se trata solo de entenderlo, sino de vivirlo.






